La derrota del Barcelona ante Olympiacos (92-58) invita a utilizar una amplia gama de adjetivos. Desalentadora, humillante, vergonzosa, lamentable, desoladora… Cada una de estas palabras podría describir, de alguna manera, el desastroso partido en El Pireo.
Lo que prometía ser un partido que sellaría el pase del Barcelona a Berlín se convirtió en una auténtica pesadilla. Los jugadores blaugranas se vieron abrumados, derrotados y desmoralizados mucho antes del pitido final. Las sensaciones fueron desastrosas y el resultado, por supuesto, lo reflejó. No hubo nada positivo que rescatar de este partido. Ahora, el destino del equipo en la Final Four queda en manos del Palau, pero el Barcelona necesita reajustar su mentalidad y su juego si quiere estar presente en esa fase crucial.
El Barcelona tuvo un buen comienzo, especialmente en ataque. Optaron por evitar a Fall y buscar tiros exteriores, acertando 9 de sus primeros 10 intentos. A pesar de esta estadística prometedora, no lograron contener a Fall en la pintura, quien dominó el juego interior y anotó seis canastas sin apenas resistencia. Al final del primer cuarto, el Barcelona aún mantenía una pequeña ventaja en el marcador, pero Olympiacos estaba cerca.
El segundo cuarto fue inexplicable para muchos (con un parcial de 32-14 a favor de Olympiacos), pero es deber del cronista explicar lo sucedido, por complicado que sea. En primer lugar, el Barcelona sufrió con los tiros libres, dejando escapar 5 puntos consecutivos que desencadenaron un parcial de 17-0 a favor de Olympiacos. Además, la defensa del Barcelona fue demasiado permisiva, permitiendo canastas fáciles que minaron la moral del equipo. A medida que el parcial avanzaba, las dudas crecían en el Barcelona y surgió un sentimiento de derrota, de resignación ante la superioridad del rival. Jabari Parker intentó cambiar el rumbo del partido, pero fue insuficiente para detener el avance de Olympiacos.
El tercer cuarto comenzó igual de mal para el Barcelona, enterrando cualquier esperanza de remontada (61-37). Aunque Olympiacos no brilló especialmente en esta fase, cometió más errores y falló más tiros que en la primera mitad del partido. A pesar de ello, el Barcelona no logró aprovechar esta oportunidad y el partido se convirtió en una agonía temprana, con unos jugadores sabiendo que ya habían perdido y otros resignados a la derrota. El último cuarto fue un mero trámite, con Grimau dando descanso a los jugadores pensando en el próximo partido.